domingo, 9 de mayo de 2010

Un registro. Taller para docentes en APROFA





El sábado 6 de junio de 2009

Llegamos aproximadamente a las 14.30 hs.
Fue el día de la reunión mensual del bachillerato al que se sumó también una mesa con otras agrupaciones políticas. Juan, el ex alumno de Vivi, nos presentó a los docentes y a otros integrantes de la cooperativa. Nos hizo recorrer el lugar, nos llevó hasta la biblioteca y nos dejó con otras dos personas porque él debía participar de las distintas reuniones.
En la biblioteca, recordamos las consignas y criterios de los talleres para seleccionar el material que luego se utilizará en los talleres de las semanas posteriores (11 de junio, 19 de junio de 2009). Luego de seleccionar aproximadamente 70 -75 libros, hicimos las listas del material y los trasladamos al bachillerato.
Durante este tiempo, Viviana y Gabriela se encontraron para preparar el taller para docentes, alumnos y personal del bachillerato.
El momento del taller se extendió más de lo previsto por los tiempos de las reuniones, así que el taller comenzó aproximadamente a las 16.30 .


El taller (un adelanto, luego sumaremos más registros)

Se desarrolló en el salón más pequeño, ubicado a veinte metros de la construcción principal y cercano a los juegos infantiles, en simultáneo con la asamblea de agrupaciones.
El clima era el de una jornada de trabajo, debate, discusión y su consiguiente tensión. Circulaban mates y algunos pedazos de torta y budines apoyados sobre mesas armadas con tablas y caballetes. (Se exigen mates y los termos tienen leyendas del tipo: 1ro. Bachi”)
Viviana y Gabriela ya tenían armadas seis pilas de libros y se dispusieron a acomodar las mesas. Se armaron tres mesas. Hay un pizarrón de fondo y un calefactor eléctrico. En total éramos aproximadamente 35 adultos y dos o tres niños. La puerta se abría porque se sumaban algunas personas.
Nos reordenamos según colores y frases. Queda un grupo en mesa larga y dos grupos apretaditos en mesas más pequeñas. Distribuyen dos pilas de libros e historietas (generalmente infantiles editados en los últimos treinta años) por mesa.
Las chicas largan las consignas, enseguida nos ponemos a escribir, hay una disposición importante del grupo para hacer, para escribir; dos no entienden la consigna y otros compañeros se la repiten, se la explican, se la simplifican.
Se leen las anécdotas de primeras lecturas y de iniciadores, de mediadores de lectura. Comienzan a aparecer relatos muy afectivos, íntimos…
Un hombre de aproximadamente 40 años cuenta que leía novelas de Corín Tellado cuando su madre volvía de trabajar toda la semana de empleada doméstica cama adentro. Los compañeros se ríen por haber encontrado el origen de cierto romanticismo en él.
Una chica de aproximadamente treinta años recuerda al ver “Ocho primos” de Alcott, colección Robin Hood, su primera novela, Heidi. Habla de una tía con la que leía “Croniquita”, dice algo de la novela que le permitía “agarrarse de la cultura” y “zafar del Croniquita”.
Una mujer (sabemos que es profe de Lengua) recuerda una biblioteca prolífica, unos padres lectores, el momento de los setenta en que tuvo que quemar su biblioteca, un profesor de Lengua que le hizo amar los libros.
Otra chica de aproximadamente treinta años recordó su alcochado con el cuento de Caperucita historietado y el momento de lectura o relectura nocturno antes de irse a dormir a esa cama.
Una profe o (¿dijo Psicopedagoga o psicóloga?) recordó la lectura de “Érase una vez el hombre” cuando era chica y el momento en que después lo miraba en la tele, en ATC.
Alguien recordó sus idas a la Feria del Libro con la mamá.
Otra profesora recuerda los relatos orales, recuerda que en su casa se escuchaba la radio, dice que en su casa más que los textos escritos, circulaban relatos narrados muy bien, tanto que daban ganas de escucharlos con atención.
Una mujer, creo que también profesora, recuerda que su padre no sabía leer pero le daba mucha importancia a los libros…
Antes de pasar a la otra parte, Tomás quiere leer su anécdota, que habla de su primera lectura, de “El patito feo”, dice que tiene algo de su vida, de ese que era objeto de burlas y luego se transforma en un cisne blanco.
Las chicas alcanzan un papelito con conceptos tales como lectura, lector…los cuales hay que unir con otras palabras como esperanza, voz, dominio, conocimiento, engaño…Mi compañera quiere unir todos con todos, ella tiene aproximadamente 60 años y es alumna y también una de las encargadas de cocinar (dice que tiene que ir a cocinar para la noche). A su lado hay otra profe de Lengua, que por momentos parece estar reacia a la actividad, luego ayuda a Mary, mi compañera de 60 años, charla con Tomás que está apoyado escribiendo cerca de la ventana sobre lo que él piensa de la consigna. Se escuchan algunas frases: “Sí, lectura también es engaño, como en los noticieros…”, “también es dominio”, “algunos pueden dominar porque saben más”, “también es cultura”, dice Mary. La profesora redondea “voz” y le dice al grupo que es importante tener la voz. Tomás le había señalado el término “voz”.
Mary mira lo que yo escribí en mi anécdota, me pregunta “¿a vos te gustaba Sandokán?”.
Sigue el taller (hay poco tiempo y temor de que se tengan que ir a participar de otras actividades), Gabriela y Viviana retoman ideas que van apareciendo, invitan a la reflexión, sistematizan esos encuentros con la lectura, reflexionan sobre la valoración de las palabras. (engaño, por ejemplo)
Leemos un cuento de Monterroso, “Eclipse”.
Aparecen en boca de algunas docentes reflexiones sobre lo que pasa en la práctica áulica. El poco entendimiento, el hecho de que a veces docente y alumno parecen entenderse pero manejan diferentes códigos.
Surge también la idea de ponerse en el lugar del otro, de saber escucharlo.
También aparece un comentario lector de desconfianza sobre el texto : “yo creía que era re trucho el cuento, que nos iba a decir que los indios no sabían nada, pero luego me tranquilicé en el final”.
Gabriela sintetiza ideas en el pizarrón.
Alguien recuerda lo dicho sobre el dominio…
Se piden sugerencias para el trabajo que sigue, se anotan…
Algunos toman los libros y los siguen hojeando; un padre le lee a su hijo uno de los cuentitos…
Mary, mi compañera, descubre “Mujercitas”…

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